viernes, 19 de julio de 2013

Capítulo 9

Habían pasado varios días desde aquel incidente con el guardia. Por tercera vez me enviaron al mismo despacho, donde me esperaban Kreek y Bain para decirme que tras escuchar mi testimonio y examinar el lugar de los hechos habían determinado que yo era inocente. Aunque los tres sabíamos que la razón por la que no me castigaban era la proximidad del concurso. Con apenas unas semanas para el concurso, no les interesaba perder a una concursante. Además castigarme era algo innecesario teniendo en cuenta que soy una concursante. Por otro lado seguro que les encantaba tener a una concursante sospechosa de asesinar a un guardia. Así el concurso seria más emocionante.

Aunque mi indulto era algo importante, durante esa breve reunión había algo que captaba mi atención: Bain, la única persona que se había preocupado de mí, la única que parecía sentirse culpable por lo que iba a pasarme. Nos dirigimos algunas miradas en los pocos momentos en los que Kreek parecía despistado. Me pregunto qué puede hacer que alguien como Bain, un trabajador del concurso, se preocupe por alguien como yo, una concursante más.

Me mandaron a mi celda y al día siguiente, y durante el resto de la semana, me sacaron para practicar, esta vez acompañada por un clon.

Sin darme cuenta las semanas pasaron y el concurso estaba a punto de comenzar. Lo primero eran las rondas eliminatorias. Al principio eran 22 los concursantes. Con estas rondas ese número se reducía a 11. Nunca he sabido muy bien por qué hacían 11 combates de dos personas en vez de elegir simplemente a 11 cada año. Supongo que sirve para sacar a los mejores concursantes de entre algunos criminales.
Por lo general estos combates tenían lugar en espacios cerrados. Las armas eran diversas aunque solían ser cuchillos o lanzas, y nunca armas de fuego o cualquier otra clase de armas que impida el combate cuerpo a cuerpo.
En principio no hay un mínimo o un máximo de duración en estos combates; tu objetivo es matar a tu oponente. Aún así, si no recuerdo mal, si los combates se alargaban mucho, podría haber intervención por parte del concurso para que el combate acabara.

Y el día llegó. La puerta de mi celda se abrió y dos guardias, humanos, me dijeron que hoy era mi ronda eliminatoria. No tuve miedo. Me decía a mí misma que no debía tenerlo porque no importaba el resultado. Tanto si ganaba como si perdía me esperaba la muerte.
Me llevaron por un pasillo, el mismo en el que estaba la puerta por la que entré en la primera prueba que me hicieron. Esta vez entré por otra puerta.
La sala era grande. Las paredes y el suelo eran de cemento y dos grandes focos en el techo iluminaban la sala, que se parecía a un almacén. En el suelo había pintadas dos líneas negras, una enfrente de la puerta y otra unos metros más allá enfrente de la línea.

Mi oponente entró detrás de mí. Aunque al principio me asustó, ninguna de las dos teníamos ningún arma todavía así que sabía que no me iba a atacar, al igual que ella era consciente de que yo tampoco lo haría.
Su piel era muy blanca. Era de estatura normal, mas o menos igual de alta que yo. Aunque era delgada pero estaba fuerte. Su cabeza estaba rapada y sus ojos eran azules. Mediante un megáfono una voz nos dijo que nos pusiéramos una en cada línea.
Mientras avanzábamos hacía nuestros respectivos puestos, no pude evitar dirigir algunas miradas de desconfianza a mi oponente, la cual no dejo de mirarme con una mezcla de furia y desprecio.

La voz siguió hablando diciéndonos las reglas:
-El combate acabaría cuando una muriera.
-No habría armas de fuego-
-Las armas que podríamos utilizar serían espadas, cuchillos y hachas.
-Las armas nos serían dadas a medida que avanzara el combate,sin previo aviso.
-Antes de empezar el combate sonarían tres pitidos cortos, y cuando sonara un cuarto pitido más largo, comenzaría.

Dicho esto pasaron unos segundos hasta que sonaron los tres pitidos. Cuando sonó el cuarto tarde unos segundos en reaccionar pensando que hacer. Esto fue aprovechado por mi rival quien ya había llegado donde yo estaba. Me dio un puñetazo y después una patada que me lanzó al suelo. Entonces se puso encima mía y continuó dándome puñetazos. Por fín reaccioné y bloqueé su brazo con el mío y le propiné un puñetazo en la cara. De un segundo puñetazo me la quité de encima. Fue entonces cuando vi algo flotando a unos metros: una espada.
Fue corriendo hacia ella. Cuando pensaba que iba a alcanzarla, la chica me puso la zancadilla y consiguió coger la espada que estaba a poco distancia de donde me había tirado. Al ver que ella tenía la espada y yo estaba desarmada hice lo único que podía hacer: alejarme de ella. Pero tras unos minutos haciendo esto y al ver que no aparecía ningún arma para mí, asumí que hasta que no me acercará y peleara con ella no me darían un arma. Dejé que se acercara. Intentó darme en el hombro con la espada pero conseguí apartarme y pisé la espada mientras le daba un puñetazo. Sujetando la espada con una mano, me devolvió el puñetazo. Y entonces vi a su espalda a poca distancia un hacha. Aunque no giró la cabeza se dio cuenta enseguida de mis intenciones y para evitar que fuera a por el arma, movía la espada de derecha a izquierda y de izquierda a derecha  intentando darme en el abdomen. Cuando llegamos a una pared esquivé el golpe y, agarrándole de la camiseta, la lancé contra la pared. Se quedó tirada en el suelo un momento. Entonces fui a por el hacha. Mire hacia atrás y vi que se levantaba y me perseguía. Corría más que yo y me alcanzaría en poco tiempo. Por fín llegué hasta el hacha, la cogí y girándome rápidamente le corte el cuello con ella. Al cabo de unos segundos dejó de respirar.

-Felicidades señorita Yina. Ha ganado la ronda eliminatoria, por lo que participará en el concurso.













Hay cambios

Queridos lectores, por errores cometidos cuando comencé a escribir la historia, ahora he tenido que corregir lo que escribí. Espero que no os importe, es que si no había cosas de la historia que no tendrían sentido y me vería forzada a cambiar lo que voy a escribir, haciéndolo peor. 
Os pongo lo que he tenido que cambiar, que son basicamente las reglas del concurso.
-En las rondas eliminatorias se enfrentan 22 concursantes en duelos de uno contra 1, quedando al final 11 concursantes, en vez de enfrentarse 11 y quedando 5-
-Los juegos durarán 7 meses en vez de 1 año.
-Cuando queden 3 concursantes (el número puede variar), se hará una prueba final para decidir quien es el ganador. Esta prueba por lo general suele tener un ganador, aunque en algún caso puede acabar sin que ningún concursante sobreviva. 

Espero que no os moleste que haya cambiado unas cosas. Creó que todos los cambios que he hecho están aquí. Si quereis ver donde se explican las reglas del concurso, id al capítulo 2. Intentaré subir un nuevo capítulo lo antes posible. Un beso

lunes, 17 de septiembre de 2012

Capítulo 8

Me quedé de pie mirando su cuerpo. No parecía respirar. Estaba conmocionada. Era mi fin. Había matado a un guardia. No me iban a matar. Harían todo lo posible porque muriera en el concurso. No había posibilidad alguna de sobrevivir ya.
Pero no podía perder el tiempo. Puede que hubiera algún modo de librarme de ello. Con un poco de suerte yo no había sido la única concursante acosada por ese guardia. Aunque allí no hubiera cámaras tal vez si les decía lo que había pasado me creyeran. Por lo tanto tenía que hacer ver que había sido un accidente. Grité pidiendo ayuda y mientras esperaba a los guardias me puse los pantalones y atendí a aquel tipo. Le rompí la camiseta y le tapé la herida de la cabeza, que no tenía muy buena pinta. Sangraba mucho y no parecía que fuera a parar. Cogí su muñeca y busqué el pulso. Nada. Puse mi oreja en su pecho. Nada.
Los guardias llegaron justo a tiempo, impidiendo que me pusiera a llorar y a lamentar el error que había sellado mi destino.
Una lluvia de insultos y deseos de mi muerte llegaron a mis oídos cuando los guardias vieron el porqué de mi llamada.
Uno de ellos me cogió y me llevó a mi habitación a petición de su compañero, que prometía cortarme el cuello si no desaparecía de su vista.
Me metió de un empujón en la celda.
-Estás muerta-me dijo mirándome iracundo
-Lo estaba antes de que esto pasara.
Una breve sonrisa sarcástica se dibujó en su rostro.
-Antes tenías alguna posibilidad.
La puerta se cerró a sus espaldas y yo me quedé sentada en el suelo intentando pensar como debería sentirme. Había sido un accidente y debería sentirme culpable para que vieran mi arrepentimiento. Pero la verdad, en parte me alegraba que hubiera pasado. Había librado a futuras concursantes de una tortura peor que el concurso. En el concurso te harían cosas inimaginables, te enfrentarían a pruebas sinsentido, pero cuando volvieras a tu celda siempre podrías pensar que has luchado por tu vida. Que aunque seas como una rata en un laberinto habías luchado y eso te daba honor. Podrían intentar hacerte muchas cosas pero siempre los mirarías con la cabeza bien alta porque has conseguido luchar. Pero ese tío...sin armas y con la ley de su parte...seguro que muchas chicas tuvieron que consentirle lo que me quería hacer a mi solo por miedo al castigo que pudieran imponerle los altos cargos.
Estaban tardando demasiado. ¿A nadie le importaba que hubiera matado a un guardia?
Pasaron dos horas que parecieron dos años hasta que unos guardias me sacaron y me llevaron al mismo despacho en el que me encontré con Kreek y Bain.Por alguna razón, esta vez los guardias no entraron. Aunque debería haber estado asustada la verdad es que estaba bastante tranquila. No me podían hacer nada peor. El concurso en si era una tortura y si me mataban me estarían haciendo un favor. Pero seguro que tenían alguna sorpresa preparada.
La puerta se abrió y allí estaban. Kreek me miraba con una expresión dura y Bain me dedicó una mirada triste y miró hacia el suelo.
Me senté.
-¿Tiene idea de lo que ha hecho?- me preguntó Kreek
-Ha sido un accidente.
-Resulta que casualmente matas a tu guardia. Pero no tiene nada que ver con que pudieras escarparte.
-No me he escapado
-¡Porque nuestros guardias te han pillado antes!-Kreek se levantó y dio un golpe en la mesa- ¡Creías que podrías escapar!
-¡Déjala ya!-le espetó Bain levantándose. Kreek lo miró furioso y el bajó la cabeza- llamó a los guardias para que intentaran salvarlo. Si hubiera querido escapar lo hubiera hecho antes.
Kreek pareció calmarse, aunque dudo mucho que le perdonara a Bain aquel acto de rebeldía.
-Esta bien. Quiero que le relate detalladamente todo lo sucedido al señor Bain. Y si miente se le aplicará el castigo acorde al delito cometido.
Se fue y me quedé sola con Bain.
Los dos nos miramos en silencio. La grabadora salió de la mesa. Detuve su mano a punto de encender la grabadora. Le miré. Cualquier otro hubiera hecho que me castigaran por tocarle. O hubiera apartado la mano. Pero él no. El me cogió delicadamente la mano. La aparté rápidamente.
-Gracias por defenderme.
-No hay de qué.
Iba a encender la grabadora pero se detuvo.
-No podré impedir que te castigue si decide hacerlo.
-Lo se.
Encendió la grabadora y yo empecé a contarle lo sucedido.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Capítulo 7

Me llevaron de vuelta a mi habitación.
Allí me tumbé en la cama como había hecho todo el día. Fingía aburrirme pero no era así. Tenía tanto en que pensar. En la columna de humo, en la proximidad de los juegos...y en ese chico, Bain. Era el único que había mostrado compasión, ¿por qué? Nadie lo había hecho. Ni los guardias, ni el organizador de los juegos, ni su compañero, el señor Kreek. Pero él sí. Por alguna razón el podía sentir lástima hacía mí. Incluso se sentía culpable. Pero seguro que no era culpa suya. Una pena que no lo fuera a volver a ver. El concurso empezaría dentro de poco y a mí me matarían. En realidad no podía dejar de sentir una especie de odio hacía él. Podría ponerse muy triste por mí o llorar incluso, pero él esta noche dormirá en su casa, en una habitación normal sin tener que preocuparse de sí vivirá al día siguiente. Yo no tenía tanta suerte. Aún así agradezco su disculpa, aunque no vaya a servirme para nada. El concurso empezaría y el lo único que hará será verme luchar por mi vida.
A todo esto, ¿qué tipo de pruebas tendré en el concurso? Lo primero es la ronda de selección. Consiste en enfrentar a los concursantes de dos en dos hasta que uno muera. Somos 22 concursantes. Al final quedamos 11. Luego empiezan las pruebas. Pueden ser duelos mano a mano, batallas por equipos, algún tipo de tortura...cualquier cosa valía.
Después de torturarme con la proximidad de mi infierno volví a pensar en la columna de humo. No había sido un accidente. Allí no había accidentes. Había sido una explosión seguro. Lo del accidente podría ser cierto en ese sentido pero me negaba a creerlo. Tenía que ser otra cosa. Pero ahora mismo no se me ocurría nada.
Alguien abrió la puerta.
-Te toca entrenar- dijo un guardia. Este debía ser una persona normal, es raro que los clones hablen.
Como respuesta me levanté y fui hacía la puerta, haciendo caso omiso de las miradas tan descaradas que me lanzaba el guardia. En ese momento prefería a los clones. Ellos no se sentían atraídos por nadie.
Bajamos el ascensor hasta el gimnasio, trayecto durante el cuál mi escolta seguía igual de disimulado que antes.
El gimnasio era una zona de paredes blancas (como gran parte del edificio) repleto de toda clase de aparatos para el entrenamiento: armas (que como mas tarde comprobé no cortaban), pesas y máquinas para  aumentar la musculatura, la flexibilidad, la resistencia, etc.
Aunque las dos últimas no servían para gran cosa, pues no creo que nos vayan a dejar apenas una semana para entrenar.
Me concentré en las armas. Cogí una lanza y practiqué varios movimientos de ataque y de defensa. Hice lo mismo con otras armas como espadas y hachas. Después me centré en armas para el ataque a distancia como hachas, cuchillos , boomerangs y el arco, el cual he descubierto que no se me da muy bien.
Practique algunos movimientos de lucha y corrí un poco. Todo esto intentando no dar lo máximo de mí, no quería que vieran todo lo que podía hacer.
Al contrario de lo que creía no había ningún concursante más. No se como pero con el poco tiempo que se supone quedaba para que empezara el concurso, han conseguido buscar la manera de entrenarnos en distintos horarios a cada concursante.
-Se acabo el entrenamiento. Tienes que ir a ducharte- noté la tremenda ilusión que le hacía la última frase.
Yo estaba repugnada. Era un cerdo baboso. Aunque por su aspecto solo parecería el típico tipo duro; era un hombre verdaderamente musculoso, de piel morena con el pelo castaño claro y los ojos verdes.
Llegamos a las duchas. Era una habitación sin ventanas con once duchas, cinco en una fila y seis en otra.
Me metí en una de las duchas del fondo, intentando alejarme de la vista del guardia. Por suerte no vi que hiciera ademán de seguirme. Me quite los pantalones. Iba a quitarme la camiseta cuando noté que había alguien detrás de mí. Me giré y allí estaba él.
-Perdone pero me gustaría tener un poco de intimidad para ducharme.
Se acercó a mi me empezó a acariciar la espalda.
-Es una pena que tengas que morir tan pronto. Aunque supongo que tendremos tiempo para divertirnos antes.
-Ahora mismo preferiría morir en el concurso que seguir aguantándote.
-Seguro que no dirás lo mismo después.
Me dio la vuelta y me atrajo hacia él. Quería quitarme la camiseta. Intentaba apartarme de él pero no podía, así que le dí una patada en la entrepierna y otra patada en la barbilla. Se cayó al suelo de espaldas. No se movía. Un reguero de sangre se deslizaba desde su cabeza. Me quedé inmóvil. Yo no quería matarlo.
¿Qué iba a pasarme ahora?

jueves, 9 de agosto de 2012

Capítulo 6

Por más que le daba vueltas no conseguía encontrarle ninguna lógica. ¿Para que enviarme allí si solo me iban a someter a una prueba? Y encima a una prueba relativamente fácil.
Tras pensar durante un buen rato las únicas razones que se me ocurrieron fueron:
  1. Que pensaron que la prueba era demasiado dura para mí y querían asegurarse de que antes de intentar superarla estaba realmente preparada.
  2. Que había algo que no querían que yo viera. 
La primera opción me parecía una estupidez pero la segunda era aún más descabellada, el programa dispone de la última tecnología para garantizar la máxima seguridad, ¿que podría haber pasado que fuera tan grande como para no permitir a una concursante verlo? 
Sea lo que sea tenía que intentar que no se notara que me había dado cuenta de que algo iba mal. Cuanto menos supieran los concursantes mejor, yo tenía que ser una concursante más, la concursante ignorante y desmemoriada. Si no ¿quién sabe? Podrían volver a borrarme la memoria. Aunque creo que eso sería en un caso extremo, les convenía que recordara algo del programa.
Seguí acostada en la cama. Cerré los ojos y finjí estar dormida. Seguro que había cámaras. Todo debía parecer normal. Yo debía parecer la chica triste y cansada del programa. Cuando menos me conocieran mejor. Aunque me conocerían mas que yo misma. Yo solo sabía mi nombre. Ni siquiera había podido ver que aspecto tenía. Solo sabía que era blanca de piel, más bien pálida y que mi pelo era negro y ondulado.
No quería llorar. Quería ser fuerte. Iba a sobrevivir por esa familia desconocida. Por esa familia que podría tener si no estuviera aquí.
Estuve un día entero encerrada en mi celda, intentando actuar con la máxima normalidad, intentando olvidarme de esa duda que parecía no querer alejarse de mi mente.
Pero al fin llegaron. Al día siguiente, por la mañana, los guardias vinieron a por mí. Me esposaron y me llevaron a una sala.
La sala estaba vacía. Deduje enseguida que las paredes y el suelo escondían los muebles. No me equivocaba. A mi llegada una gran mesa redonda de hierro salió del suelo, acompañada de una silla del mismo material. Me ordenaron sentarme en la silla. Ellos se quedaron vigilando en la puerta mientras dos hombres entrabas en la habitación y se sentaban en frente de mí. El más mayor tendría unos 40 años. Tenía el pelo castaño y muy corto. Tenía los ojos negros y una barba muy bien cuidada adornaba su cara.
El otro era un joven de veinte a veinticinco años. Su pelo era rubio y corto, aunque algunos mechones largos le caían desordenados cubriéndole la frente. Sus ojos eran grandes de un color azul intenso.
El primero llevaba un traje de color gris metalizado, que, en mi opinión, era más adecuado para una fiesta. El segundo iba vestido con una camisa blanca de botones y unos vaqueros. Parecía que se acababa de levantar y se había puesto lo primero que había encontrado. Además su cara somnolienta reforzaba mi teoría.
Una caja metálica apareció en el centro de la mesa. Una grabadora.
-Señorita Yina, soy el señor Kreek y este es mi ayudante el señor Bain.- dijo el más mayor con total seriedad- ¿Sabe por qué esta usted aquí?
Era una trampa. Me estaba tanteando. Quería saber si sospechaba algo. Bain empezó a apuntar.
-Bueno...supongo que me enviaran a completar mi prueba.
-Sí. Su prueba. El otro día tuvimos que impedir que la completara por motivos de seguridad- ¿seguridad?     ¿Me estaba tomando el pelo?-hubo algunos fallos que tuvimos que arreglar.
-Ah.
-Dígame, ¿vio algo fuera de lo normal? Necesitamos saberlo para hallar el motivo de esos fallos.
Quería que me creyera lo que había pensado al principio: que no creían que estuviera preparada para la prueba. Pero algo me decía que mentían.
-Vi humo, pero suponía que era parte de la prueba.
-Bien. ¿Algo más?
-Sí, creo que sí, hubo algo como una explosión. Pero no estoy segura de si era eso.
Tenía que contarles todo lo que sabía. Si me guardaba información sabrían que sospecho algo.
-Sí, claro, ahí fue cuando falló la prueba. Se descontroló y tuvimos que retirarnos. Pero aún así debemos concluir tu entrenamiento. Falta poco para que comience el concurso.
Genial. Tenía unas ganas increíbles de comenzar a sufrir.
-Tengo cosas que hacer, hay mucho que preparar. Para evitar futuros accidentes con alguna otra prueba le relatará detalladamente al señor Bain cualquier cosa que viera fuera de lo normal.
Si tuviera que hacer una lista de las cosas raras que he visto...
El señor Kreek se fue. Bain se levantó y le dijo algo a los guardias. Al instantes salieron de la sala y la puerta se cerró
-Disculpa es que me ponen nervioso-dijo sentándose.
Se calló. Parecía que esperaba que le contestase.
-Bueno si no te importa, contármelo.
Le conté lo de la columna de humo, la explosión y hasta los temblores en el suelo, que sabía muy bien que las había producido su criatura al andar pero intente parecer ingenua. La conversación seguía quedando registrada en la grabadora y Bain asentía cada vez que terminaba de explicarle algo. Se mostraba tímido, e incluso asustado.
-Bueno creo que yo ya he terminado.
Se levantó mirándome. Sus ojos azules me miraban con compasión y tristeza. Apagó la grabadora.
-Yo...lo siento.
Lo miré con intriga.
-Ojalá pudiera hacer algo. Espero que no me guardes rencor. No puedo impedir que os hagan esto.
Me miró pero, al igual que antes no le contesté. Bajó la mirada y se dio la vuelta para irse.
-Te perdono.
Me miró. Se esforzó por sonreír. Pero no lo consiguió.
Y se fue.



lunes, 23 de julio de 2012

Capítulo 5

El suelo tembló, esta vez de manera más violenta.
Detrás de mí, algo gruñía. Intentando mantener la calma me giré lentamente aferrándome a mi espada, pero apenas había empezado a ver lo que tenía detrás cuando algo me empujó con fuerza. Aquel empujón me lanzó unos metros más allá. Tumbada en el suelo, recibí una patada de ese ser, que me hizo caer por pequeño precipicio
Cuando no noté ningún movimiento me levanté como pude. Miré hacia arriba y de pronto lo vi. Dio un saltó y se situó en frente de mí. Cogí mi espada y me dispuse a levantarme, pero en cuanto intenté levantarme el monstruo rugió. Me quedé quieta mirándole, esperando atenta para poder esquivar su ataque, pero me sorprendió ver que no hacía nada.
El monstruo era un reptil de dos metros y medio. Sus escamas eran de un color verde oscuro apenas distinguible debido a la suciedad. Su cabeza  contaba con dos ojos amarillos y tres bocas similares a las de un cocodrilo y estaba coronada con dos cuernos de carnero. Sus extremidades contaban con unas afiladas garras marrones y su cola mediría un metro.
El reptil seguía inmóvil, mirando a todas partes. Me di cuenta de que era ciego. Lamentablemente no había ninguna piedra alrededor que pudiera tirarle para alejarlo. Entonces se me ocurrió una cosa. Cuando antes intenté levantarme se dio cuenta en seguida por que el oído de los reptiles capta las vibraciones del suelo. Únicamente eso... y sonidos agudos. Puede que lograra distraerlo lo suficiente para poder matarlo.
Cogí mi espada con fuerza y chillé lo más alto y agudo que pude. Esto le hizo daño aquel monstruo, lo que me  permitió clavarle mi espada en el pecho. Me aparté rápidamente mientras el monstruo furioso intentaba herirme con sus enormes zarpas. Poco a poco el monstruo se desangraba. Cayó al suelo moribundo. No pude evitar sentir pena por él. Se que me había atacado y que podría haberme matado pero aún así no pude evitarlo. Habían creado a esa criatura, probablemente la habrían encerrado en alguna celda de máxima seguridad, solo. Y luego lo habían trasladado a este desierto para que obligarle a luchar con alguien a quien ni siquiera conocía, sin saber por qué tenía que matarme. Todo eso para acabar muerto. Aunque en realidad siempre había estado muerto.
Recordé lo que iba a hacer antes de que viniera el monstruo, me dirigía hacia la columna de humo. La busqué a lo lejos. Seguía allí. Eché a andar. Si andaba a buen paso podría llegar en una hora.

Me encontraba ya a mitad de camino. La verdad es que se me había pasado rápido el trayecto. Había estado pensando en otra cosa. Recreándome en ese falso recuerdo de una familia ideal. Ahora intentaba imaginarme como sería él. Me imaginaba un hombre fuerte y alto. Tendría el pelo corto y de color castaño. Sus ojos del mismo color me miraban con una mirada divertida. Y después de esa mirada me besaba y me abrazaba. Yo me apoyaba en su pecho. Y me sentía segura allí, quieta, mientras escuchaba los latidos de su corazón. Una lágrima luchaba por resbalarse por mi mejilla.Me sequé los ojos. No llevaba ni un día allí y casi lloro dos veces. Debía controlar eso. No era bueno que me vieran llorar. Sería demostrar demasiada debilidad. Ya la había demostrado con la anterior ''prueba''. Seguro que habían notado la compasión que sentía hacía su creación. Pensando en ello me di cuenta de lo raro que era ese monstruo. Quiero decir que era demasiado... débil. Para empezar era ciego. ¿Quién hace un monstruo ciego? Y aparte de eso al final, después de haberle clavado la espada había sido relativamente lento. Le acababa de clavar una espada, estaría furioso, debería haberme conseguido alcanzar, pero no lo hizo. Y además vencer al monstruo de un solo golpe me hace pensar que no lo habían hecho muy fuerte. ¿Había recortes en el presupuesto del programa? Supongo que podría haber sido porque era solo una prueba. Pero aún así...
Estaba cerca de la columna. Dentro de poco podría ver el motivo del fuego.
Hubo una explosión. ¿En que consistiría mi siguiente prueba para que hubiera explosiones? Me acerqué rápidamente pero algo me detuvo. No podía moverme. Una luz me deslumbró y quedé inconsciente.
Aparecí en mi celda.
¿Por qué me habían sacado de allí antes de que terminara las pruebas?


miércoles, 4 de julio de 2012

Capítulo 4

Anduve unos metros por un túnel totalmente oscuro. Después una intensa luz iluminó el túnel y una puerta se abrió. Dudé unos segundos y entré.
Estaba libre. O eso parecía. Ante mis ojos un recinto abierto. Pero era tan deprimente. La muerte adquirió un nuevo significado. Antes la muerte se había presentando como una amenaza a mi vida. Como la visión mi cadáver siendo diseccionado en el laboratorio forense. Como un ataúd cerrándose y montones de tierra cayendo sobre él.
Pero ahora veía la muerte como la ausencia de vida. Pero no solo vida humana. No había ningún animal. La tierra era árida y tan seca como una piedra. Los árboles eran simples vestigios de vida, esqueletos de lo que antes había sido un ser vivo y que ahora yacía lacio e inerte. El cielo era negro como el carbón, sin estrellas, sin lunas (En mi planeta hay dos lunas, una blanca y otra en un tono mas grisáceo una al lado del otro. Digo esto por que soy consciente de que hay planetas con más o menos lunas).
Me alejé de la puerta para que se cerrara y me quedé allí, parada, mirando el desolador paisaje que me rodeaba. Me pregunté dónde estaba. Lo que me parecía más lógico era pensar que era una isla artificial utilizada para poner a prueba a los candidatos. O era una de las islas bombardeadas por Mainon en la guerra.
Fuera lo que fuera parecía que estaba sola. No veía cámaras ni resto alguno de la tecnología del programa. Ni a sus estúpidos clones.
Si no había nadie, ¿que hacía yo allí?¿Que tenía que hacer? Decidí andar mientras estas y otras dudas aparecían en mi cabeza. Después de unos minutos una nueva duda apareció en mi cabeza eclipsando a todas las demás: ¿Quién era yo? Solo sabía que me llamaba Yina. Debía ser joven puesto que mis movimientos eran ágiles y no notaba algunos síntomas propios de la vejez. ¿Tendría familia o sería de esas personas solitarias y antisociales? La verdad no me imaginaba como una persona encerrada en un piso minúsculo incapaz de entablar contacto con individuo alguno. Me imaginaba volviendo a mi casa después de un duro día de trabajo en la oficina, encontrándome a mi marido y a mis hijos esperándome en la puerta. Yo le daría un beso a mi marido mientras le cuento que he conseguido cerrar un importante acuerdo con una empresa extranjera. Después cogería a mis hijos en brazos y les preguntaría que tal les ha ido en la escuela. Iríamos todos al comedor, nos sentaríamos en la mesa y cenaríamos entre risas.
Pero eso es imposible. Yo estoy aquí. ¿Qué habré hecho para estar aquí? Debo de haber hecho algo demasiado bueno, algo que ha molestado a Mainon tanto como para meterme en esto. Pero no se me ocurre el qué. No me veo capaz de hacer grandes cosas. Creo que me habría conformado con lo que había.
No es lo más valiente pero es lo más seguro. Algo grave debió pasar para que yo hiciera algo tan drástico como para que me metieran aquí.
A lo lejos se alzaba una columna de humo. ¿Sería otra trampa del programa? Era lo más probable. Pero fui igualmente. Era mejor enfrentarse al peligro cuanto antes. Si tardaba mucho en ir hacia el peligro traerían el peligro hasta mí.
A medida que avanzaba la columna de humo parecía aumentar en tamaño. Tanto creció que no se distinguía el final.
Los pies me dolían. El cuerpo entero me dolía. La herida en el hombro provocada en la prueba de los cuchillos no sangraba pero me dolía más que antes. Me paré a examinarla. No parecía infectada. Aunque no sangraba todavía no había cicatrizado del todo.
De repente el suelo tembló. Fue un temblor casi imperceptible pero sirvió para alertarme del peligro inminente.
Una pequeña grieta se abrió en el suelo. De ella salió una espada. Otra grieta se abrió al lado de la anterior y salió un hacha de guerra. En el medio flotaba un botón rojo. Al pulsar el botón, escuché la misma voz de antes:
-Señorita Yina, en frente tiene las armas para superar su próxima prueba. Solo puede escoger una. Tiene 30 segundos.
No sabía muy bien cuál sería mi próxima prueba, pero si tenía que luchar contra alguien prefería hacerlo con una espada. Me parecen más manejables.
Aunque estaba segura de que arma quería, medité un poco antes de decantarme definitivamente por la espada.
El hacha desapareció en la grieta